Y es que este recién entrado 2015 trae consigo una nueva serie animada de uno de nuestros perros favoritos y me parecía bien rendir culto a una de las franquicias que más he visto y disfrutado durante mi infancia: Scooby Doo.
Para aquellos que no conozcan las numerosas series que narran las aventuras de este gran danés básicamente tratan de las vivencias de un perro parlante llamado Scooby-Doo y de cuatro adolescentes llamados Fred Jones, Daphne Blake, Vilma Dinkley y Shaggy Rogers, los cuales viajan a lo largo del mundo en una camioneta llamada "La Máquina del Misterio" (Mystery Machine en su término original), por la cual se transportan de un lugar a otro resolviendo misterios relacionados con fantasmas y otras fuerzas sobrenaturales. Al final de cada episodio, las fuerzas sobrenaturales tienen una explicación racional, generalmente un criminal que espanta a la gente para poder cometer sus crímenes.
Y es que además de entretener nos enseña una gran lección de vida, ya que los propios creadores han corroborado que el objetivo de la serie es mostrar a los niños y niñas que los humanos somos los verdaderos monstruos. ¿No es brillante?
Está visto que jamás vamos a poder olvidarnos de Daphne y su impecable traje morado, de Vilma y su astucia, de Fred y su tenacidad para fabricar trampas y por supuesto de Scooby saltando directo a los brazos de Shaggy cada vez que les toca ser la carnada.
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